En busca del rey blanco y la sierra de plata
(Sumaj Orcko o Cerro Rico)
1535. PEDRO DE MENDOZA, PORTUGUÉS,
DESCUBRE EL RESTO DEL RIO DE LA PLATA, Y EL FAMOSO CERRO DE POTOSÍ. Según el
Cnl. Antonio de Alcedo. 1786
Conocemos
que la fuente principal de estudio para el proceso histórico del Cerro Rico,
son las obras de Bartolomé Arzans de Orsua y Vela: “Historia de la Villa
Imperial de Potosí” y “Anales de la Villa Imperial de Potosí”, escritas en el
primer tercio del siglo XVIII, que reflejan de la visita que hizo el inca
Huayna Capac a estos parajes. De cómo combatió con los indios guaraníes que era
una nación en el Río de la Plata, la cual descubrió Sebastián Caboto el año de
1525.
Realizando
un seguimiento a este personaje, Sebastián Caboto; estudiosos sobre la sierra
de plata y el rey blanco, cuenta que durante la primera mitad del siglo XVI, se
corrió la voz entre los españoles de que existía una montaña llena de metal
plata en el interior del nuevo continente. Esta historia o leyenda se tejió por
el uso de objeto en plata que veían en los pueblos originarios de la región.
La
leyenda del Rey Blanco y de la Sierra de la Plata se origina con los viajes que
hacen por las costas de Sudamérica: Juan Díaz de Solís, Luis Ramírez, Alejo
García y Sebastián Caboto.
Con estos
hombres comienza la leyenda del rey blanco que vivía en montañas de plata,
territorio cercano al inmenso río de la Plata o de Solís. Esta leyenda es una
más de todas las que originaron las expediciones a esta parte del continente,
todas ellas compartiendo el ideal de encontrar enormes cantidades de oro y
plata.
En una
carta escrita por Luis Ramírez a sus padres en 1528 que era tripulante de la
armada de Sebastián Caboto, da relación de un Rey Blanco cuando afirma: “…
vista la gran riqueza de la tierra, y como junto a la dicha sierra había un rey
blanco que traía [bar...] vestidos como nosotros, se determinaron de ir allá,
por ver lo que era, los cuales fueron y les embiaron cartas. Y que aún no
habían llegado a las minas, más ya habían tenido plática con unos indios
comarcanos a la sierra, y que traían en las cabezas unas coronas de plata y unas
planchas de oro colgadas de los pescuezos y orejas, y ceñidas por cintos…”.
Los
guaraníes realizaron grandes emigraciones hacia las tierras incaicas del Perú
con ánimo de conquista, pero fueron expulsados. Testimonia Arzans, que los
guaraníes eran gente guerrera, traidora y soberbia, éstos llegaron al Perú e
hicieron grandes destrucciones en las provincias, algunos volvieron a su lugar
de origen, pero quedándose otros entre las sierras haciendo siempre grandes
daños en las tierras de los Charcas, Porco y Chichas, donde se avecindaron y
poblaron, pero, expulsados por el inca Huayna Capac. Con un numeroso ejército
de 4.000 soldados, combatieron a los guaraníes: “Estaban los guaraníes bien
prevenidos y así no rehusaron 3,000 aventajados combatientes de salirles al
encuentro, y se portaron con tal valor que mataron 200 de los del inga. Huyeron
llevándose la noticia los que quedaron, de que indignado el rey partió al punto
con diestros capitanes, y aunque le resistieron los enemigos al cabo fueron
deshechos y muertos más de 6,000 guaraníes; los pocos que quedaron huyeron sin
parar hasta meterse en las montañas de los Charcas.
Recibió
Cantumarca muy gozoso a su rey Huayna Ccápac y le hicieron grandes fiestas por
sus victorias”. Los guaraníes contaban a los españoles conquistadores que muy
al occidente estaba la riquísima tierra, dominio del Rey Blanco, en donde había
una gran sierra de plata (no rica en plata sino maciza) ríos de oro y maravillas
inexpresables. Los súbditos del Rey Blanco llevaban coronas de plata en la
cabeza y planchas de oro colgadas al cuello. Muchos exploradores españoles
fueron deslumbrados por las constantes noticias que daban los indios sobre la
sierra de la plata y del imperio grandioso que se hallaba hacia el occidente desconocido.
Alejo
García, junto con otros náufragos e indios partió desde Santa Catalina en busca
de la sierra de la plata, atravesando en su camino la Mata Atlántica y el Gran
Chaco hasta finalmente llegar a la región del Altiplano, en los dominios del
Rey Blanco, cuyo trono estaba completamente ornamentado en plata. Al retorno,
Alejo García y los demás europeos murieron en el camino, tras ser emboscados
por los indios payaguas. Los pocos tupiguaraníes que lograron salvarse contaron
lo sucedido, exhibiendo algunos trozos de plata que habían obtenido del imperio
del Rey Blanco.
En 1534
el rey de España autorizó a don Pedro de Mendoza a "conquistar y poblar
las tierras y provincias que hay en el río de Solís que algunos llaman de la
Plata". Con catorce navíos y unos mil doscientos hombres, fue por aquel
entonces, la expedición más importante y numerosa que hubiese salido desde
Europa hacia América, dando prueba de las fabulosas riquezas que se pretendían
conquistar. Finalmente todas las expediciones ingresadas por ésta vía -el sur-
concluyeron en continuos fracasos.
Esta
leyenda impulsó el descubrimiento y colonización del Cerro Rico de Potosí. Por
el norte se avecinó Francisco Pizarro ingresando al imperio incaico en 1532
conquistó Cajamarca. Años más tarde los españoles moradores de estas tierras
del Perú comenzaron a descubrir varios minerales de plata, entre éstos el año
de 1543 descubrieron las minas de Ccolque Porco, que eran de las que trabajaban
los incas.
Continuando
con los descubrimientos de los ricos metales, anoticiados del descubrimiento de
plata en el Cerro Rico por el indígena Diego Huallpa, al mando de Juan de
Villarroel, Pedro Cotamito, Diego de Centeno, Francisco de Centeno y Luis de
Santandia, tóman la montaña de plata un 1º de abril de 1545. Por Cédula Real de
Carlos V en 1547, le concede el título de fundador al primero de los nombrados,
por haber remitido (que fue el primero que después del indio Huallpa descubrió
el Cerro) al emperador 12.000 marcos de plata, que fueron los primeros que allá
pasaron sacados de la veta Descubridora.
Corrió la
noticia por todo el Perú y de todas partes acudieron a explotar riquezas del
gran Cerro Rico o Sumaj Orko, ya la fabulosa sierra de la plata se constituyó
en el núcleo de la economía virreinal. Potosí fue la obra de la fiebre de
riqueza de los conquistadores, desde que se corrió la voz de que muy al
occidente estaba la riquísima tierra, dominio del Rey Blanco, en donde había
una gran sierra de plata (no rica en plata sino maciza). Actualmente se
considera que la leyenda de la Sierra de la Plata se basó en el Cerro Rico de
Potosí, que fuera descubierto por los españoles procedentes del Perú en 1545.
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