miércoles, 27 de marzo de 2019

Potosí: Octava Maravilla del mundo

Un ensayo histórico-etimológico

Esta es la octava maravilla del mundo y la mayor de todas; pues es todo este cerro de plata”.
Fray Diego de Ocaña. 1605

La Villa Imperial de Potosí, es celebre en todo el mundo por fu Cerro, adonde parece que el ayre fe convierte en plata. Tanta ha tributado, fe ha sacado, y fe faca, que parece infinita, porque nunca se acaba”.
Fray Juan Santos. 1716



Introducción
Al redactar este artículo nos propusimos, en primer lugar, reunir todos los documentos que tuviesen alguna atingencia con el Cerro de Potosí, no sólo aquéllos que después de una prolija investigación en los manuscritos, sino también los que estaban hasta ahora publicados, aunque dispersos en diversas obras.

Las descripciones, los relatos, las memorias de los descubridores, conquistadores, cronistas, historiadores, literatos, etc., de los primeros años de una población minera, constituyen la primitiva visión de un Potosí que proveía riqueza al mundo entero a través de la pluma y el papel.

El origen de la palabra Potosí, la razón de su existencia, de su significación y de su forma, se puede encontrar en las obras de Bartolomé Arzans de Orsua y Vela, Pedro Cieza de León,  Diego Fernández y Antonio Herrera de Tordesillas, quienes afirman que los indígenas llamaba a las cosas o cerros altos: “Potosí”. Descubierta la montaña de plata, consecuentemente la nueva población empezó a llamarse “asiento y minas de Potosí” y posteriormente “Villa Imperial de Potosí”.

El primer cronista que pisó Potosí y anduvo por estas tierras fue Ulrico Schmidel, quien hace una vaga descripción de lugar. El segundo fue Pedro Cieza quien brinda en sus relatos la primera imagen del trabajo minero en el Cerro de Potosí.

A partir de la obra de Cieza, el Cerro de Potosí es conocido en Europa. La riqueza que poseía, dio origen a numerosas investigaciones y publicaciones sobre el Cerro y la nueva población minera en el virreinato del Perú.

Cuando decimos que algo tiene un enorme valor expresamos con la frase "Vale un Potosí", esta visión halagadora de Potosí y particularmente de su riqueza mineral de su cerro rico, se reflejó en la consigna europea. Frase, pronunciada desde hace más de cuatro siglos, la más popular y tradicional que a lo largo de la historia de Potosí, se ha difundido y repetido de forma invariable en el mundo, el descubrimiento del Cerro de Potosí.

Por último, interesa destacar algunos aspectos relativos al periodo de formación de una nueva población. A partir de estos elementos, se construirá un texto donde la información de fuentes primarias que demuestran el origen etimológico de la palabra Potosí.

Período Prehispánico
El origen del término “Potosí” desconcierta a propios y extraños. De hecho, existen múltiples teorías sobre el término del que proviene. Entre ellas, la más mitológica dada por Huayna Capac soberano del imperio incaico. Un personaje que habría ingresado a esta región en el año1462.[1]

En su Historia, Arzans y Vela hace alusión a este pasaje histórico sin determinar la fuente. Se conoce que Huayna Capac que se interpreta Mancebo poderoso, .quiso abrir las venas del Cerro, donde se oyó una espantosa estruendosa voz que dijo: “No saquéis la plata de este Cerro, porque es para otros dueños”. Asombrados los indios de oír estas razones, desistieron del intento y dijeron al inca lo que había sucedido; refiriendo el caso en su idioma, al llegar a la palabra del estruendo dijeron: "Potocsi”, que quiere decir “dio un gran estruendo”  y de aquí se derivó después el nombre de Potosí. [2]  

G. Mendoza acota que la etimología de Potosí es quechua. Pero en quechua el fonema p'ótoj no alude a estruendo y en aymara, sí. Luego si Potosí incluye la idea de estruendo, la locución tendría una raíz aymara más bien que quechua. Lo más aproximado encontramos en el Vocabulario de L. Bertonio, para él Phutukh significa Hazer Ruydo.[3]

Continuando con Arzans como fuente histórica y como literatura, afirma que el historiador Antonio de Acosta da otra etimología, añadiendo que no solamente por el suceso se llamó Potocsi sino también porque luego que se descubrió el Cerro lo nombraron los indios Orcco Poctocchi, que quiere decir cerro que brota plata. Añade este autor diciendo que antes que el rey Huayna Ccápac viniese a esta provincia de Porco llamaban los indios al Cerro, Súmac Orcco, que significa en quechua Cerro Hermoso, por su hermosura exterior;  guardóla Dios para otros dueños, según se oyó en aquella voz que quedó dicho.[4]

De la versión de estos cronistas, se puede colegir, que Potocsi o Poctocchi, tiene un significado: “ruido o estruendo” o “que brota plata”.


Periodo Hispánico
Después de la conquista, se convertiría en un lugar legendario que se originó a comienzos del siglo XVI en las costas de Santa Catarina (Brasil), cuando en 1516 unos indios guaraníes informaron a un grupo de náufragos de Juan Díaz de Solís -quien descubre el rio de la Plata-, sobre la existencia de una montaña llena de metal de plata en el interior del continente donde gobernaba un monarca al que llamaban Rey Blanco o Inca poseedor de inmensas riquezas situado a muchas jornadas tierra adentro donde se hallaba la famosa sierra de la plata.[5]

Años después es confirmado por Luis Ramírez (tripulante de la armada de Sebastián Caboto) en una carta que escribió a su padre en España desde Puerto de San Salvador el 10 de Julio de 1528.[6]


La carta de Luis Ramírez tiene el mérito de estar escrita por quien debió presenciar muchos de los acontecimientos que refiere, como que Caboto:

“le pregunto si tenían alguna muestra de aquel oro y plata que decían ú otro metal, los cuales dijeron quellos quedaron allí siete hombres de su armada, sin otros que por otra parte se habían apartado, y que destos ellos dos solos havían quedado allí estantes en la tierra, y los demás, vista la gran riqueza de la tierra é como junto á la dicha sierra avia un Rey blanco que traia buenos vestidos como nosotros, se determinaron de ir alla, por ver lo que era, los quales fueron y le embiaron cartas; y que aun no habían llegado á las minas, mas, que habían tenido platica con unos Yndios comarcanos á la sierra é que traian en las cabezas unas coronas de plata é unas planchas de oro colgadas de los pescuezos é orejas, y ceñidas por cintos…”.[7]

Según Herrera en su Historia, asegura que Sebastián Caboto había “fubido mucha leguas el rio arriba, halló plata entre los Indios de aquellas comarcas, porq en las guerras que eftos Indios tenían con los de los Reyno del Piru la tomaron, y de aquí fe dixo rio de la Plata, porque antes fe llamaua rio de Solis”. [8]

Realizando un seguimiento a Sebastián Caboto; estudiosos sobre la sierra de plata y el rey blanco, cuentan que durante la primera mitad del siglo XVI, se corrió la voz entre los españoles de que existía una montaña llena de metal plata en el interior del nuevo continente. Esta historia o leyenda se tejió por el uso de objeto en plata que veían en los pueblos originarios de la región. Lo que despertó las ansias de riqueza, comenzando la leyenda del rey Blanco que vivía en la sierra de plata.


Se debe tener consideración, que Luis Ramírez y Sebastián Caboto  fueron dos fuentes confiables de información con los cuales la noticia de la sierra de plata y el rey blanco se expandió y continuó hasta el año 1534.


Desde de la expedición de Caboto al gran rio de Solís (que llamaron posteriormente de la Plata) no se había enviado a nadie que poblase esta región hasta que Pedro de Mendoza obtuvo autorización.


¿Qué llevó a Pedro de Mendoza a aventurarse viajar al nuevo continente y arriesgar su fortuna? Quizás el afán de más riquezas, estimulado por la fabulosa conquista de la mítica sierra de plata del Rey Blanco, cercano al río de la Plata.


Para este fin, se preparó la más brillante expedición que había salido de puertos españoles para la América. Conforme a la Capitulación firmada el 21 de mayo de 1534 el emperador Carlos V le ofrecía “conquistar y poblar las tierras y provincias que hay en el río de Solís que algunos llaman de la plata, donde estuvo Sebastian Caboto”.[9] Don Pedro de Mendoza partía del puerto de Sanlúcar en 14 navíos de varias dimensiones con más de 2.000 soldados aguerridos, entre ellos 150 alemanes, según Ulrico Schmidel, primer cronista de la época a cuyo número pertenecía. El historiador Antonio Herrera está  disconforme sobre el número de personas que componía la expedición, asegura que fueron 800 personas en 11 barcos: “afsi falio de la barra de San Lucar con onze Navios, y ochocientos hombres muy buena gente”.[10]


Eduardo Madero, asegura que salió una expedición del puerto de Buenos Aires a mediados de octubre de 1536, donde Juan de Ayolas llevó entre 150 a 160 hombres en tres embarcaciones, para que remontase el Paraná y Paraguay, internándose para dirigirse por tierra a la codiciada “Sierra del Plata” o “Cerro de Potosí[11] por el sur.

Por el norte ingresaba a estas regiones otro grupo de españoles en busca de la sierra de plata o cerros riquísimos de plata. Primero fue el cerro de Porco y posteriormente el cerro de Potosí. De Porco se afirma “q los Ingas facaron la mayor parte de la plata que auia en el templo del Sol de Curianchè, de donde todavia fe faca, y facarà mucha plata”.[12]

Descubierto el Cerro y establecido una nueva población, desde el comienzo fue ardua y sobresaltada. A dos años del descubrimiento de la plata, arribó a Potosí por el sur el alemán Schmidel (que llegó con Pedro de Mendoza) en compañía de 4 mensajeros a mediados de 1547, llamados: Nuefte de Schaijefes (Ñuflo de Chaves), el otro Ungnade (Pedro de Oñate), el tercero Michel de Ruelle (Miguel de Rutia) y el cuarto Abaize de Rorchua (Rui García). En su obra Viaje al rio de la Plata, hace una vaga mención de las minas de Potosí y le llama en su idioma Poduesis.[13]

A ocho años de la revelación de plata en el Cerro, Pedro Cieza de León testigo ocular de muchos sucesos, cuya experiencia en Potosí describe el cuadro completo del escenario minero bajo el gobierno del Lic. Polo (1545-1549), afirma en las memorias  que dejó escritas en el capítulo CIX, que trata de cómo se descubrieron las minas de Potosí, que Potosí tiene un significado diferente, pues, los indígenas llamaban Potosí “a los cerros y cofas altas, quedofele por nombre Potofsí, como le llaman”.[14] Cieza es uno de los mejores referentes para la historia potosina, se tiene que aceptar como el primer cronista y testigo de vista en lo que relata sobre Potosí.

En el gobierno de Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, (1556-1560), nombra por cronista del Perú a don Diego Fernández (llamado comúnmente el Palentino) quien en la primera parte de su Historia, puntualiza  la forma de como se descubrió las minas de Potosí: “Y porq los Indios á los cerros y collados, y a todas las cofas altas, llaman Potofi, affi le pufieron el nombre”.[15] Para Arzans es el historiador que más crédito merece.

Años después fortalecido por uno de los mejores cronistas e historiadores don Antonio Herrera de Tordesillas, cuando dice que “Llamafe Potofi, porque los Indios dizen afsi á los cerros, y cosas altas”.[16] La versión ha sido tomada íntegramente de Cieza de León y Fernández como lo revela el cotejo de los textos.

Esto es lo que cuentan en sus historias los dichos Cieza, Fernández y Herrera; pero Garcilazo de la Vega dice que no significa nada.

Para Garcilaso en la octava parte capítulo XXIV de su obra, “Potosí” o “Potocfi” –como dice él- era un simple nombre propio porque aquel sitio se llamaba así: “no fe que fignifique en el lenguage particular de aquella provincia, que en la general del Peru  no fignifica nada”.[17]

A lo largo del desarrollo histórico, como casi todos los autores que escribieron sobre Potosí, ensalzaron la grandeza del Cerro Rico. En 1716 Fray Juan Santos[18] en su obra “Chronologia hospitalaria, y resumen historial de la sagrada Religión del glorioso Patriarca San Juan de Dios”, el tiempo de referirse a la fundación del Hospital de San Juan de Dios en 1610, se refiere a Potosí como sinónimo de gran riqueza, de la siguiente manera: “La Villa Imperial de Potosí, es celebre en todo el mundo por fu Cerro, adonde parece que el ayre fe convierte en plata. Tanta ha tributado, fe ha sacado, y fe faca, que parece infinita, porque nunca se acaba”.

          Por su parte, Fray Diego de Ocaña[19] muestra en un gráfico al Cerro de diferente forma, con el título “Cerro de potossi, Octaba Maravilla del Mundo” complementando: “Esta es la octava maravilla del mundo y la mayor de todas; pues es todo este cerro de plata”.

Fue tanta la riqueza mineral de la montaña que cronistas que pasaron por Potosí, historiadores, cronista, literatos y religiosos en sus homilías escribieron sobre la magnificencia y riqueza potosina desde la misma Europa, hasta el punto de afirmar de la grandeza del Cerro Rico.

 Durante fines del siglo XVI y mediados del XVII, la población habría llegado a 120.000 moradores en 1573 según un censo del virrey don Francisco de Toledo; en 1611 se contaron 150.000 almas siendo Presidente de La Plata el Lic. Pedro Ruiz Bejarano y en 1650 se numeraron 160.000 moradores según el padrón hecho por el Presidente de La Plata don Francisco Nestares Marín. Según Arzans.[20]


Potosí era el centro de América a donde afluían de preferencia todos aquellos que soñaban improvisar fabulosas fortunas.




Hoy en día, la palabra Potosí es la expresión y el producto de las riquísimas vetas de plata encontradas en el Cerro de Potosí hacia 1545, que demuestran la majestuosa riqueza que ostentó en sus entrañas, hasta el punto que en la actualidad la RAE incluye en el diccionario de la lengua española el termino Potosí, que define como una "riqueza extraordinaria” o “Valer algo un Potosí.




  



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