Un ensayo histórico-etimológico
“Esta es la octava maravilla del mundo y la
mayor de todas; pues es todo este cerro de plata”.
Fray Diego de Ocaña.
1605
“La Villa Imperial de Potosí, es celebre en
todo el mundo por fu Cerro, adonde parece que el ayre fe convierte en plata.
Tanta ha tributado, fe ha sacado, y fe faca, que parece infinita, porque nunca
se acaba”.
Fray Juan Santos. 1716
Introducción
Al redactar
este artículo nos propusimos, en primer lugar, reunir todos los documentos que tuviesen
alguna atingencia con el Cerro de Potosí, no sólo aquéllos que después de una prolija
investigación en los manuscritos, sino también los que estaban hasta ahora publicados,
aunque dispersos en diversas obras.
Las
descripciones, los relatos, las memorias de los descubridores, conquistadores,
cronistas, historiadores, literatos, etc., de los primeros años de una
población minera, constituyen la primitiva visión de un Potosí que proveía
riqueza al mundo entero a través de la pluma y el papel.
El origen de
la palabra Potosí, la razón de su
existencia, de su significación y de su forma, se puede encontrar en las obras
de Bartolomé Arzans de Orsua y Vela, Pedro Cieza de León, Diego Fernández y Antonio Herrera de
Tordesillas, quienes afirman que los indígenas llamaba a las cosas o cerros
altos: “Potosí”. Descubierta la
montaña de plata, consecuentemente la nueva población empezó a llamarse “asiento y minas de Potosí” y
posteriormente “Villa Imperial de Potosí”.
El primer
cronista que pisó Potosí y anduvo por estas tierras fue Ulrico Schmidel, quien hace una vaga descripción de
lugar. El segundo fue Pedro Cieza quien brinda en sus relatos la primera imagen
del trabajo minero en el Cerro de Potosí.
A partir de
la obra de Cieza, el Cerro de Potosí es conocido en Europa. La riqueza que
poseía, dio origen a numerosas investigaciones y publicaciones sobre el Cerro y
la nueva población minera en el virreinato del Perú.
Cuando
decimos que algo tiene un enorme valor expresamos con la frase "Vale un Potosí", esta visión
halagadora de Potosí y particularmente de su riqueza mineral de su cerro rico,
se reflejó en la consigna europea. Frase, pronunciada desde
hace más de cuatro siglos, la más popular y tradicional
que a lo largo de la historia de Potosí, se ha difundido y repetido de forma
invariable en el mundo, el descubrimiento del Cerro de Potosí.
Por último,
interesa destacar algunos aspectos relativos al periodo de formación de una
nueva población. A partir de estos elementos, se construirá un texto donde la
información de fuentes primarias que demuestran el origen etimológico de la
palabra Potosí.
Período Prehispánico
El origen
del término “Potosí” desconcierta a propios y extraños. De hecho, existen
múltiples teorías sobre el término del que proviene. Entre ellas, la más
mitológica dada por Huayna Capac soberano del imperio incaico. Un personaje que
habría ingresado a esta región en el año1462.[1]
En su Historia, Arzans y Vela hace alusión a este pasaje histórico sin
determinar la fuente. Se conoce que Huayna Capac que se interpreta Mancebo poderoso, .quiso abrir las venas
del Cerro, donde se oyó una espantosa estruendosa voz que dijo: “No saquéis la plata de este Cerro, porque es
para otros dueños”. Asombrados los indios de oír estas razones, desistieron
del intento y dijeron al inca lo que había sucedido; refiriendo el caso en su
idioma, al llegar a la palabra del estruendo dijeron: "Potocsi”, que quiere decir “dio un gran estruendo” y de aquí se derivó después el nombre de Potosí. [2]
G. Mendoza
acota que la etimología de Potosí es
quechua. Pero en quechua el fonema p'ótoj
no alude a estruendo y en aymara, sí. Luego si Potosí incluye la idea de estruendo, la locución tendría una raíz
aymara más bien que quechua. Lo más aproximado encontramos en el Vocabulario de L. Bertonio, para él Phutukh significa Hazer Ruydo.[3]
Continuando
con Arzans como fuente histórica y como literatura, afirma que el
historiador Antonio de Acosta da otra etimología, añadiendo que no solamente
por el suceso se llamó Potocsi sino también
porque luego que se descubrió el Cerro lo nombraron los indios Orcco Poctocchi, que quiere decir cerro
que brota plata. Añade este autor
diciendo que antes que el rey Huayna Ccápac viniese a esta provincia de Porco
llamaban los indios al Cerro, Súmac Orcco,
que significa en quechua Cerro Hermoso,
por su hermosura exterior; guardóla Dios
para otros dueños, según se oyó en aquella voz que quedó dicho.[4]
De la
versión de estos cronistas, se puede colegir, que Potocsi o Poctocchi, tiene un
significado: “ruido o estruendo” o “que brota plata”.
Periodo Hispánico
Después de
la conquista, se convertiría en un lugar legendario que se originó a comienzos
del siglo XVI en las costas de Santa Catarina (Brasil), cuando en 1516 unos
indios guaraníes informaron a un grupo de náufragos de Juan Díaz de Solís -quien
descubre el rio de la Plata-, sobre la existencia de una montaña llena de metal
de plata en el interior del continente donde gobernaba un monarca al que
llamaban Rey Blanco o Inca poseedor de inmensas riquezas situado a muchas
jornadas tierra adentro donde se hallaba la famosa sierra de la plata.[5]
Años después
es confirmado por Luis Ramírez (tripulante de la armada de Sebastián Caboto) en
una carta que escribió a su padre en España desde Puerto de San Salvador el 10
de Julio de 1528.[6]
La carta de
Luis Ramírez tiene el mérito de estar escrita por quien debió presenciar muchos
de los acontecimientos que refiere, como que Caboto:
“le pregunto si tenían alguna
muestra de aquel oro y plata que decían ú otro metal, los cuales dijeron
quellos quedaron allí siete hombres de su armada, sin otros que por otra parte
se habían apartado, y que destos ellos dos solos havían quedado allí estantes
en la tierra, y los demás, vista la gran riqueza de la tierra é como junto á la
dicha sierra avia un Rey blanco que traia buenos vestidos como nosotros, se
determinaron de ir alla, por ver lo que era, los quales fueron y le embiaron
cartas; y que aun no habían llegado á las minas, mas, que habían tenido platica
con unos Yndios comarcanos á la sierra é que traian en las cabezas unas coronas
de plata é unas planchas de oro colgadas de los pescuezos é orejas, y ceñidas
por cintos…”.[7]
Según
Herrera en su Historia, asegura que
Sebastián Caboto había “fubido mucha
leguas el rio arriba, halló plata entre los Indios de aquellas comarcas, porq
en las guerras que eftos Indios tenían con los de los Reyno del Piru la
tomaron, y de aquí fe dixo rio de la Plata, porque antes fe llamaua rio de
Solis”. [8]
Realizando
un seguimiento a Sebastián Caboto; estudiosos sobre la sierra de plata y el rey
blanco, cuentan que durante la primera mitad del siglo XVI, se corrió la voz
entre los españoles de que existía una montaña llena de metal plata en el
interior del nuevo continente. Esta historia o leyenda se tejió por el uso de
objeto en plata que veían en los pueblos originarios de la región. Lo que
despertó las ansias de riqueza, comenzando la leyenda del rey Blanco que vivía
en la sierra de plata.
Se debe tener
consideración, que Luis Ramírez y Sebastián Caboto fueron dos fuentes confiables de información
con los cuales la noticia de la sierra de plata y el rey blanco se expandió y continuó
hasta el año 1534.
Desde
de la expedición de Caboto al gran rio de Solís (que llamaron posteriormente de
la Plata) no se había enviado a nadie que poblase esta región hasta que Pedro
de Mendoza obtuvo autorización.
¿Qué llevó a
Pedro de Mendoza a aventurarse viajar al nuevo continente y arriesgar su
fortuna? Quizás el afán de más riquezas, estimulado por la fabulosa conquista
de la mítica sierra de plata del Rey Blanco, cercano al río de la Plata.
Para
este fin, se preparó la más brillante expedición que había salido de puertos
españoles para la América. Conforme a la Capitulación firmada el 21 de mayo de
1534 el emperador Carlos V le ofrecía “conquistar
y poblar las tierras y provincias que hay en el río de Solís que algunos llaman
de la plata, donde estuvo Sebastian Caboto”.[9] Don Pedro de Mendoza partía
del puerto de Sanlúcar en 14 navíos de varias dimensiones con más de 2.000
soldados aguerridos, entre ellos 150 alemanes, según Ulrico Schmidel, primer cronista de la época a cuyo número
pertenecía. El historiador Antonio Herrera está
disconforme sobre el número de personas que componía la expedición,
asegura que fueron 800 personas en 11 barcos: “afsi falio de la barra de San Lucar con onze Navios, y ochocientos
hombres muy buena gente”.[10]
Eduardo Madero, asegura que salió una expedición del
puerto de Buenos Aires a mediados de octubre de 1536, donde Juan de Ayolas llevó
entre 150 a 160 hombres en tres embarcaciones, para que remontase el Paraná y
Paraguay, internándose para dirigirse por tierra a la codiciada “Sierra del Plata” o “Cerro de Potosí”[11] por el sur.
Por el norte ingresaba a estas regiones otro grupo de españoles en busca de
la sierra de plata o cerros riquísimos de plata. Primero fue el cerro de Porco
y posteriormente el cerro de Potosí. De Porco se afirma “q los Ingas facaron la mayor parte de la plata que auia en el templo
del Sol de Curianchè, de donde todavia fe faca, y facarà mucha plata”.[12]
Descubierto el Cerro y establecido una nueva población, desde el comienzo fue
ardua y sobresaltada. A dos años del descubrimiento de la plata, arribó a Potosí
por el sur el alemán Schmidel (que llegó con Pedro de Mendoza) en
compañía de 4 mensajeros a mediados de 1547, llamados: Nuefte de Schaijefes
(Ñuflo de Chaves), el otro Ungnade (Pedro de Oñate), el tercero Michel de Ruelle
(Miguel de Rutia) y el cuarto Abaize de Rorchua (Rui García). En su obra Viaje al rio de la Plata, hace una vaga mención
de las minas de Potosí y le llama en su idioma Poduesis.[13]
A ocho años de la revelación de plata en el Cerro, Pedro Cieza de León
testigo ocular de muchos sucesos, cuya experiencia en Potosí describe el cuadro
completo del escenario minero bajo el gobierno del Lic. Polo (1545-1549), afirma
en las memorias que dejó escritas en el
capítulo CIX, que trata de cómo se descubrieron las minas de Potosí, que Potosí tiene un significado diferente,
pues, los indígenas llamaban Potosí “a
los cerros y cofas altas, quedofele por nombre Potofsí, como le llaman”.[14]
Cieza es uno de los mejores referentes para
la historia potosina, se tiene que aceptar como el primer cronista y
testigo de vista en lo que relata sobre Potosí.
En el
gobierno de Andrés Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete, (1556-1560), nombra por
cronista del Perú a don Diego Fernández (llamado comúnmente el Palentino) quien
en la primera parte de su Historia, puntualiza la forma de como se descubrió las minas de
Potosí: “Y porq los Indios á los cerros y
collados, y a todas las cofas altas, llaman Potofi, affi le pufieron el nombre”.[15] Para
Arzans es el historiador que más crédito merece.
Años después fortalecido
por uno de los mejores cronistas e historiadores don Antonio Herrera de
Tordesillas, cuando dice que “Llamafe
Potofi, porque los Indios dizen afsi á los cerros, y cosas altas”.[16] La
versión ha sido tomada íntegramente de Cieza de León y Fernández como lo revela
el cotejo de los textos.
Esto es lo que cuentan en sus historias los dichos Cieza,
Fernández y Herrera; pero Garcilazo de la Vega dice que no significa nada.
Para Garcilaso en la octava parte capítulo XXIV de su obra, “Potosí” o “Potocfi” –como dice él- era
un simple nombre propio porque aquel sitio se llamaba así: “no fe que fignifique en el lenguage
particular de aquella provincia, que en la general del Peru no fignifica nada”.[17]
A lo largo del desarrollo histórico, como casi todos los autores que
escribieron sobre Potosí, ensalzaron la grandeza del Cerro Rico. En 1716 Fray
Juan Santos[18] en
su obra “Chronologia hospitalaria, y
resumen historial de la sagrada Religión del glorioso Patriarca San Juan de
Dios”, el tiempo de referirse a la fundación del Hospital de San Juan de
Dios en 1610, se refiere a Potosí como sinónimo de gran riqueza, de la siguiente
manera: “La Villa Imperial de Potosí, es
celebre en todo el mundo por fu Cerro, adonde parece que el ayre fe convierte
en plata. Tanta ha tributado, fe ha sacado, y fe faca, que parece infinita,
porque nunca se acaba”.
Por su parte, Fray Diego de Ocaña[19]
muestra en un gráfico al Cerro de diferente forma, con el título “Cerro de potossi, Octaba Maravilla del Mundo”
complementando: “Esta es la octava
maravilla del mundo y la mayor de todas; pues es todo este cerro de plata”.
Fue tanta la riqueza mineral de la montaña que cronistas que pasaron por
Potosí, historiadores, cronista, literatos y religiosos en sus homilías
escribieron sobre la magnificencia y riqueza potosina desde la misma Europa,
hasta el punto de afirmar de la grandeza del Cerro Rico.
Durante fines del siglo XVI y mediados del XVII, la población habría
llegado a 120.000 moradores en 1573 según un censo del virrey don Francisco de Toledo;
en 1611 se contaron 150.000 almas siendo Presidente de La Plata el Lic. Pedro
Ruiz Bejarano y en 1650 se numeraron 160.000 moradores según el padrón hecho
por el Presidente de La Plata don Francisco Nestares Marín. Según
Arzans.[20]
Potosí era el centro de América a donde afluían de preferencia todos
aquellos que soñaban improvisar fabulosas fortunas.
Hoy en día,
la palabra Potosí es la expresión y
el producto de las riquísimas vetas de plata encontradas en el Cerro de Potosí
hacia 1545, que demuestran la majestuosa riqueza que ostentó en sus entrañas,
hasta el punto que en la actualidad la RAE incluye en el diccionario de la
lengua española el termino Potosí,
que define como una "riqueza
extraordinaria” o “Valer algo un
Potosí”.
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